Tomado de http://lafamilia.info
El
rasgo más sublime de la naturaleza le pertenece a la madre: la mujer es
portadora de vida, sólo ella tiene este privilegio. Es por eso, que junto a
dicha capacidad de engendrar, se le ha sido concedido un paquete de virtudes,
valores y destrezas que la soportan, la socorren y la fortalecen para ejercer a
plenitud su loable función. Aunque no resulta fácil aglomerar en cuatro puntos los
valores que hacen a las madres únicas e irremplazables, resaltamos los
siguientes:
1. Una madre es comprensión: sus
palabras calman, sus caricias sanan y sus besos reconfortan. Nadie conoce mejor
a sus hijos que su propia madre; ella tiene la capacidad de entender los
distintos factores que influyen en su estado de ánimo y comportamiento. El alto
nivel de percepción de una madre, desarrollado por ese fuerte vínculo que hay
con el hijo, la hace en definitiva, la portadora por excelencia del valor de la
comprensión.
2. Una madre es responsabilidad: una
madre vela por el bienestar de sus hijos y de su hogar cueste lo que le cueste,
asume su rol con entereza, cumple con sus deberes y reconoce la gran
responsabilidad que se la ha sido asignada al consignarle la crianza de unos
seres humanos para hacer de ellos, maravillosas creaturas.
3. Una madre es paciencia: paciente
ante las situaciones arduas e ineludibles de la vida, paciente ante los
conflictos naturales que se presentan en el núcleo familiar, paciente ante las
incansables enseñanzas para hacer de sus hijos personas íntegras y valerosas:
obra que realizará sin tregua durante años y que tal vez nunca verá terminada.
Una madre vive la paciencia en grado excelso.
4. Una madre es amor: el
amor a los hijos es único y particular, perpetuo, transparente, carente de
egoísmo y de ambición personal. Por este amor la madre desafía hasta sus
propias capacidades y realiza actos verdaderamente increíbles para proteger o
beneficiar a los hijos.
El
amor es el principio y el fin de los valores humanos, es el que provee el punto
de partida de las demás virtudes. Al mirar la raíz de cada uno de los
anteriores, el centro donde estos convergen, es el amor. Porque amor no
significa sacrificio sino donación, no significa rencor sino perdón, no significa
egoísmo sino tolerancia, amor es… MADRE.
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